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jueves, 10 de octubre de 2013

El Borde

¿Qué sensación es peor? ¿Esforzarte y dedicarte a algo totalmente y quedarte siempre a punto de conseguirlo? ¿Buscar obtener de nuevo la mayor de las glorias, que ya tuviste y luego perdiste? Es una pregunta aguda y que no es fácil de responder a la primera. Peter Camenzind sin duda diría que la primera es la peor sensación, Emil Sinclair siempre dirá que la segunda es más terrible. Para los románticos es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado, para los surrealistas la pérdida de algo es tan terrible que uno puede justificadamente disparar indiscriminadamente en una plaza pública. Dan Marino responde que la primera por que no conoce la segunda, Tom Brady responde que la segunda por que la primera le es más lejana.
Los Patriotas eran un equipo nacido para perder, un equipo que siempre encontraba la manera para hacer cosas ridículas y patéticas, el único equipo que hasta ganando perdía. La única vez que llegaron a la final de la conferencia, perdieron por paliza. Consiguieron en la primera ronda a un gran QB que les duró dos días. Llegaban a Playoffs y perdían en la primera ronda. Vencieron dramáticamente a los poderosos delfines de Marino en 1985 y accedieron a un Súper Tazón por primera vez en su historia, sólo para que los osos se limpiaran el pelaje con ellos. Esa derrota les dejó una resaca de once años sin competir en serio, hasta que Drew Bledsoe, Vinatieri y Bruschi quisieron ganar algo para el equipo maldito, llegaron al ST sólo para que Brett Favre tuviera un anillo en su mano. Lo peor era que hasta perdiendo perdía; cinco primeras selecciones de draft y ninguna llegó a Canton.
Y así fue por cuarenta muy largos años, hasta que se decidieron por secar las lágrimas de un chico que bailaba tambaleante al borde del llanto, viendo sus sueños romperse, y luego sólo dejaron que la magia apareciera. El equipo perdió a su jugador más querido y ganó al ídolo que revirtió su historia completa. Perdió el balón entre la nieve y ganó una “Tuck Rule”. Perdió a Tom Brady en la final y se ganó el pase al ST. Perdió una ventaja de catorce puntos y se ganó a un QB salón de la fama y un pateador que lo va a acompañar en el mismo salón.
Y así los Patriotas, Bill Belichick y Tom Brady se convirtieron en la dinastía de nuestra era, el equipo dominante e invencible que rompió tantos récords como equipo, metieron (meterán) más hombres al salón de la fama con esta camada de los que hay ahora del equipo. Eran el equipo destinado a romper con la liga y a hacer cosas jamás vistas, y las hicieron, pero no como a sus seguidores nos gusta.
Analicemos el caso de Tom Brady, ya que él es el Patriota principal, es un fiel reflejo de los Pats. En el colegial no hizo mucho, no se esperaba casi nada de él, si bien siempre ha sido más atractivo que el promedio, no tiene la belleza de un actor, o sea, que es sobresaliente, pero al borde de ser lo mejor. Llegó a la NFL sin reflectores encima y de inmediato consiguió un éxito, luego aprendió y consiguió otros dos, estaba más arriba que en la cima, todos querían ser Tom Brady, el hombre invencible y grandioso que siempre tenía el pase correcto… Nunca dejó de tener el pase más correcto, pero de una u otra manera el destino lo deja bailando en el borde. No al borde de ser un ganador, lo es y eso no tiene apelación, se queda al borde de ser el único mejor, el más ganador, el verdaderamente legendario.
Ha sido exitoso como ninguno en este siglo, parte indiscutible del debate para conocer al mejor Mariscal de campo de la década junto a Peyton Manning. Pero resulta que Manning tiene mejores números y es más reconocido por sus cambios en la línea. Entonces Brady presume los anillos, donde triplica los de Peyton y tiene más que nadie en los últimos años, pero hay otro QB con tres anillos e incluso hay dos que ya tienen cuatro. Entonces pone sobre la mesa sus 2 MVP´s del Super Tazón, pero su Némesis tiene los mismos y su Ídolo tiene uno más. Ahora el Terrible Tom se convierte en el primer jugador con dieciséis triunfos en temporada regular, y ve cómo el Lombardi de su temporada casi invicta se va para Nueva York. Ve como su Archirival (No confundir con su Némesis, aunque sean hermanos) rompe su marca de victorias consecutivas, aunque Tom le robó de sus cálidas manos el de más pases de anotación en una temporada. No conforme con esto, y viendo que ganar cuatro títulos de la NFL es más difícil que ganar “sólo” tres, Tom decide romper otros récords, ¿qué mejor que los tildados como “irrompibles”?, el chico de California se ríe de esa etiqueta en la cara de NFL Films. Sólo que ahora no se ríe sólo, esta vez no pelea ni contra su Ídolo ni contra su Archirival y menos contra la niña de su Némesis, compite contra un ejemplo de superación que vive en los pantanos, qué también son un ejemplo de superación, y resulta que a “Cara Cortada” Brees le da por ser más chingón para esto de romper récords cuando Brady también los persigue. Cuando Tom eclipsa las cinco mil ochenta y cuatro míticas yardas de Marino, Drew lo hace por más a las dos horas. Peor aún, cuando Brady rompe una marca más que legendaria impuesta por el General Unitas, que en paz descanse, de partidos consecutivos con pase de anotación, un récord que tardó como cincuenta años en caer, resulta que el Santo llega antes y le deja una carta de despedida junto a la imagen de San Marqués de Colston. Y cuando Brady tiene todo para romper ese récord y restregárselo en la cara a ese enano que sabe como joderle el protagonismo, a sus receptores no se les da la gana agarrar balones en la zona de anotación, no vaya a ser que se ensucie el uniforme. Al menos Brady tiene el récord de más pases sin intercepción (Inútil si en tu primer pase de postemporada te interceptan)
Brady está al borde de ser el más ganador, el más imponente, el más importante y el más legendario, sólo le falta un anillo, el mismo que se ha escabullido ya por nueve años, mismos que Brady se ha esforzado y ha trabajado por conseguir ese anillo que lo saqué de su letanía, le sacie su sed de victoria y gloria. Es peor la necesidad de recuperar tus mejores momentos.
Los Patriotas nacieron para perder y ahora que ganan se siente que falta ganar más, están al borde de ser el mejor equipo de todos los tiempos y sus aficionados se sentirán derrotados si esto no se consigue. Alguna vez dije que Brady y Belichick juntos volverían a ganar un Súper Tazón y lo sostengo, es un equipo que baila al borde del precipicio y siempre ha sido así, a la dupla B&B le gusta manejar resultados apretados y salir airosos en el último momento, perder para ganar con alguna milagrosa jugada. Sólo que hay dos problemas; últimamente se ha caído por el borde del precipicio en vez de ágilmente caer arriba, y a Brady no le acompaña el talento en el campo para arriesgarse a bailar.

Espero fielmente que, como aquella vez en la sala de espera del draft del 2000, Tom Brady baile en el borde de sus sueños y esta vez, como aquella, se quede encima del precipicio.