¿Qué sensación es peor? ¿Esforzarte y dedicarte
a algo totalmente y quedarte siempre a punto de conseguirlo? ¿Buscar obtener de
nuevo la mayor de las glorias, que ya tuviste y luego perdiste? Es una pregunta
aguda y que no es fácil de responder a la primera. Peter Camenzind sin duda
diría que la primera es la peor sensación, Emil Sinclair siempre dirá que la
segunda es más terrible. Para los románticos es mejor haber amado y perdido que
nunca haber amado, para los surrealistas la pérdida de algo es tan terrible que
uno puede justificadamente disparar indiscriminadamente en una plaza pública.
Dan Marino responde que la primera por que no conoce la segunda, Tom Brady
responde que la segunda por que la primera le es más lejana.
Los Patriotas eran un equipo nacido para
perder, un equipo que siempre encontraba la manera para hacer cosas ridículas y
patéticas, el único equipo que hasta ganando perdía. La única vez que llegaron
a la final de la conferencia, perdieron por paliza. Consiguieron en la primera
ronda a un gran QB que les duró dos días. Llegaban a Playoffs y perdían en la
primera ronda. Vencieron dramáticamente a los poderosos delfines de Marino en
1985 y accedieron a un Súper Tazón por primera vez en su historia, sólo para
que los osos se limpiaran el pelaje con ellos. Esa derrota les dejó una resaca
de once años sin competir en serio, hasta que Drew Bledsoe, Vinatieri y Bruschi
quisieron ganar algo para el equipo maldito, llegaron al ST sólo para que Brett
Favre tuviera un anillo en su mano. Lo peor era que hasta perdiendo perdía;
cinco primeras selecciones de draft y ninguna llegó a Canton.
Y así fue por cuarenta muy largos años, hasta
que se decidieron por secar las lágrimas de un chico que bailaba tambaleante al
borde del llanto, viendo sus sueños romperse, y luego sólo dejaron que la magia
apareciera. El equipo perdió a su jugador más querido y ganó al ídolo que
revirtió su historia completa. Perdió el balón entre la nieve y ganó una “Tuck
Rule”. Perdió a Tom Brady en la final y se ganó el pase al ST. Perdió una
ventaja de catorce puntos y se ganó a un QB salón de la fama y un pateador que
lo va a acompañar en el mismo salón.
Y así los Patriotas, Bill Belichick y Tom Brady
se convirtieron en la dinastía de nuestra era, el equipo dominante e invencible
que rompió tantos récords como equipo, metieron (meterán) más hombres al salón
de la fama con esta camada de los que hay ahora del equipo. Eran el equipo
destinado a romper con la liga y a hacer cosas jamás vistas, y las hicieron,
pero no como a sus seguidores nos gusta.
Analicemos el caso de Tom Brady, ya que él es
el Patriota principal, es un fiel reflejo de los Pats. En el colegial no hizo mucho, no se esperaba casi nada de él,
si bien siempre ha sido más atractivo que el promedio, no tiene la belleza de
un actor, o sea, que es sobresaliente, pero al borde de ser lo mejor. Llegó a la NFL sin reflectores encima y
de inmediato consiguió un éxito, luego aprendió y consiguió otros dos, estaba
más arriba que en la cima, todos querían ser Tom Brady, el hombre invencible y
grandioso que siempre tenía el pase correcto… Nunca dejó de tener el pase más
correcto, pero de una u otra manera el destino lo deja bailando en el borde. No
al borde de ser un ganador, lo es y eso no tiene apelación, se queda al borde de
ser el único mejor, el más ganador, el verdaderamente legendario.
Ha sido exitoso como ninguno en este siglo,
parte indiscutible del debate para conocer al mejor Mariscal de campo de la
década junto a Peyton Manning. Pero resulta que Manning tiene mejores números y
es más reconocido por sus cambios en la línea. Entonces Brady presume los
anillos, donde triplica los de Peyton y tiene más que nadie en los últimos
años, pero hay otro QB con tres anillos e incluso hay dos que ya tienen cuatro.
Entonces pone sobre la mesa sus 2 MVP´s del Super Tazón, pero su Némesis tiene
los mismos y su Ídolo tiene uno más. Ahora el Terrible Tom se convierte en el
primer jugador con dieciséis triunfos en temporada regular, y ve cómo el
Lombardi de su temporada casi invicta se va para Nueva York. Ve como su
Archirival (No confundir con su Némesis, aunque sean hermanos) rompe su marca
de victorias consecutivas, aunque Tom le robó de sus cálidas manos el de más
pases de anotación en una temporada. No conforme con esto, y viendo que ganar
cuatro títulos de la NFL
es más difícil que ganar “sólo” tres, Tom decide romper otros récords, ¿qué
mejor que los tildados como “irrompibles”?, el chico de California se ríe de
esa etiqueta en la cara de NFL Films. Sólo que ahora no se ríe sólo, esta vez
no pelea ni contra su Ídolo ni contra su Archirival y menos contra la niña de
su Némesis, compite contra un ejemplo de superación que vive en los pantanos,
qué también son un ejemplo de superación, y resulta que a “Cara Cortada” Brees
le da por ser más chingón para esto de romper récords cuando Brady también los
persigue. Cuando Tom eclipsa las cinco mil ochenta y cuatro míticas yardas de
Marino, Drew lo hace por más a las dos horas. Peor aún, cuando Brady rompe una
marca más que legendaria impuesta por el General Unitas, que en paz descanse,
de partidos consecutivos con pase de anotación, un récord que tardó como
cincuenta años en caer, resulta que el Santo llega antes y le deja una carta de
despedida junto a la imagen de San Marqués de Colston. Y cuando Brady tiene
todo para romper ese récord y restregárselo en la cara a ese enano que sabe
como joderle el protagonismo, a sus receptores no se les da la gana agarrar
balones en la zona de anotación, no vaya a ser que se ensucie el uniforme. Al
menos Brady tiene el récord de más pases sin intercepción (Inútil si en tu
primer pase de postemporada te interceptan)
Brady está al borde de ser el más ganador, el
más imponente, el más importante y el más legendario, sólo le falta un anillo,
el mismo que se ha escabullido ya por nueve años, mismos que Brady se ha
esforzado y ha trabajado por conseguir ese anillo que lo saqué de su letanía,
le sacie su sed de victoria y gloria. Es peor la necesidad de recuperar tus
mejores momentos.
Los Patriotas nacieron para perder y ahora que
ganan se siente que falta ganar más, están al borde de ser el mejor equipo de
todos los tiempos y sus aficionados se sentirán derrotados si esto no se
consigue. Alguna vez dije que Brady y Belichick juntos volverían a ganar un
Súper Tazón y lo sostengo, es un equipo que baila al borde del precipicio y
siempre ha sido así, a la dupla B&B le gusta manejar resultados apretados y
salir airosos en el último momento, perder para ganar con alguna milagrosa
jugada. Sólo que hay dos problemas; últimamente se ha caído por el borde del
precipicio en vez de ágilmente caer arriba, y a Brady no le acompaña el talento
en el campo para arriesgarse a bailar.
Espero fielmente que, como aquella vez en la
sala de espera del draft del 2000, Tom Brady baile en el borde de sus sueños y
esta vez, como aquella, se quede encima del precipicio.